Es difícil entrar a la ciudad de Gandia (Valencia) por la N-332 y no girar la cabeza al pasar ante una de las naves industriales más imponentes de la comarca de la Safor, Vicky Foods, o no deleitarse con el suave olor a vainilla que a veces desprenden las chimeneas de esta fábrica que nunca duerme. Desde fuera todo parece inmenso, espectacular, brillante, a veces reducido a una versión simplista de la fábrica que ha triunfado por hacer las famosas “Glorias”, las magdalenas cuadradas. Pero ahora que he tenido la suerte de bucear en la intrahistoria de esta empresa familiar, he corroborado que nada de lo que acontece en ella es por casualidad, o fruto del azar, o una ocurrencia. Su CEO, Rafa Juan, un hombre que se confiesa de Ciencias y amante de la tecnología, se ha enfrentado